Carlos Arias, El Universal - 08 de Febrero 2011- Hasta hace muy poco tiempo, la posibilidad de construir un auto cien por ciento de aluminio y de alto rendimiento era una idea osada y poco probable en la industria automotriz. El aluminio parecía un material confinado solamente a la aeronáutica, y en el caso de los autos restringido a interiores o accesorios menores.
Sin embargo, unos pocos pioneros a partir de la década de los 90 empezaron a experimentar con este metal, justo en un momento en que empezó a ser posible su producción a gran escala con procesos que le dan mayor rigidez y confiabilidad.
Desde mediados de esa década se produjeron aleaciones de aluminio reforzado con otros metales como zinc, magnesio, silicio y litio, que se integraron a la aeronáutica, la navegación e incluso a las bicicletas. El resultado fue el aluminio de las series 6000, 7000 y 8000 (designadas con cifras de cuatro números según sus componentes), que produjeron una verdadera revolución en los materiales para el transporte.
Desde entonces muchos automóviles entraron en la edad del aluminio, no sólo en su carrocería, donde ofrecen prestaciones únicas, sino también en los motores, que avanzan en su desempeño, e incluso en el chasis, con ventajas que muchos ingenieros consideran cruciales por sobre el acero.
ESPÍRITU LIVIANO
El primer beneficio que ofrecen los autos de aluminio es la posibilidad de reducir dramáticamente el peso total de la unidad, lo que se traduce en un mejor desempeño, mayor potencia y menor gasto de combustible. El aluminio es dos terceras partes más ligero que el acero convencional, y permite reducir la emisión de CO2 a la atmósfera en la medida en que el motor necesita menos gasto de combustible para mover al coche.
La favorable relación entre bajo peso y mayor rigidez es otro de los elementos que determinan las ventajas del aluminio sobre el acero. La rigidez asegura que la energía producida por el motor no se disipará con la torsión de los metales sino que se transmitirá íntegramente al coche.
Otro factor determinante en el aluminio es su alto desempeño en seguridad, puesto que ofrece una alta rigidez en el habitáculo, lo que protege a los pasajeros en caso de colisión, pero al mismo tiempo permite mejores opciones para absorción los impactos según patrones programados de deformación en caso de choque.
En los motores, el uso de aluminio presenta la ventaja de disipar mejor el calor que el acero (se enfría cuatro veces más rápido), y tiene mayor resistencia a la corrosión, lo que asegura una alta durabilidad y menor gasto de mantenimiento. Su principal desventaja hasta el momento es su elevado costo en comparación con la lámina de acero, lo que por el momento ha restringido el uso de este material a coches de alta gama o diseñados especialmente para carreras.
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